conmemorados el 3 de septiembre.
El Hieromártir Antimo, Obispo de Nicomedia, y aquellos a su lado, sufrieron durante la persecución contra los cristianos bajo los emperadores Diocleciano (284-305) y Maximiano (305-311). La persecución se tornó verdaderamente intensa después de un incendio ocurrido en la corte imperial de Nicomedia. Los paganos acusaron a los cristianos de provocar tal incendio y reaccionaron contra ellos con terrible crueldad.
Sólo en Nicomedia, el día de la Natividad de Cristo, unos veinte mil cristianos fueron abrasados en el interior de una iglesia. Sin embargo, ésta monstruosa inhumanidad no asustó a los cristianos, quienes confesaron firmemente su fe y soportaron el martirio por Cristo.
Durante éste período expiraron los Santos Doroteo, Mardonio, Migdonio, Pedro, Indes y Gorgonio. Uno de ellos fue decapitado a espada, otros perecieron quemados, enterrados vivos o ahogados en el mar. El soldado Zenón denunció audazmente al emperador Maximiano, por lo que fue lapidado y luego decapitado.
En aquel tiempo, pereció a manos de los paganos la Santa Virgen Mártir Domna, antigua sacerdotisa pagana, y también san Eutimio, por su preocupación de que los cuerpos de los Santos Mártires fueran enterrados. El obispo Antimo, que dirigía la Iglesia de Nicomedia, se ocultó en un pueblo no lejos de Nicomedia ante la súplica de su rebaño. Desde allí envió cartas a los cristianos, instándolos a adherirse firmemente a la santa Fe y a no temer el tormento.
Una de sus cartas, enviada con el diácono Teófilo, fue interceptada y entregada al emperador Maximiano. Teófilo fue interrogado y pereció bajo tortura, sin revelar a sus torturadores el paradero del obispo Antimo. Pasado un tiempo, Maximiano logró saber dónde se encontraba san Antimo y envió un destacamento de soldados tras él.
El Santo Obispo los encontró en el camino, pero los soldados no lo reconocieron. Los invitó a unirse a él y les proporcionó alimento; después, reveló que él era a quien buscaban. Los soldados no sabían qué hacer. Deseaban dejarlo y decir al emperador que no lo habían hallado. El obispo Antimo, sin embargo, no era alguien que tolerara la mentira, por lo cual no consintió en ello.
Los soldados llegaron a creer en Cristo y recibieron el Santo Bautismo. El Santo les ordenó que cumplieran las instrucciones del emperador. Cuando el obispo Antimo fue llevado ante el emperador, éste ordenó que sacaran los instrumentos de ejecución y los colocaran ante él. “¿Crees, emperador, asustarme con éstas herramientas de ejecución?” preguntó el Santo. “¡No, en verdad, no se puede asustar a quien desea morir por Cristo! La ejecución sólo asusta a los cobardes, para quienes la vida presente es más preciosa”. En consecuencia, el emperador ordenó que san Antimo fuera ferozmente torturado y decapitado con la espada.
El Santo Obispo Antimo glorificó gozosamente a Dios con su último aliento y recibió la corona del martirio.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2023). Hieromartyr Anthimus, Bishop of Nicomedia, and those with Him. New York, Estados Unidos: OCA.
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